16 enero, 2006

No sólo en Navidad

Uno de los rasgos más interesantes de la obra de Heinrich Böll es su capacidad para elaborar historias perfectamente absurdas que no llegan nunca a perder su sólido y paradójico carácter de plausibles. Esto es logrado gracias a una sutil presentación de los hechos, los cuales son enlazados en una trama que no pierde rigurosidad lógica ni descuida el impecable estilo del autor. Dicha aproximación al absurdo puede venir dada por personajes excéntricos como la Hermana Rahel y sus fijaciones fisiológicas en Retrato de grupo con señora, o en procesos sociales casi incomprensibles como en Acto de Servicio. No sólo en Navidad es un pequeño relato en el cual se pueden encontrar conjugados ambos aspectos a un nivel intermedio. La historia se sitúa en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, etapa de abatimiento y reconstrucción de una Alemania no sólo vencida, sino también fragmentada material y moralmente. Milla Lenz, tía del narrador, sufre una crisis nerviosa cuyo origen se vincula a los bombardeos que sufrió la ciudad, especialmente durante las celebraciones de Navidad (época favorita de Milla). Los Lenz descubren que la única forma de tranquilizarla es montando cada noche una representación de la cena navideña, situación que en un comienzo les resulta agradable a todos, pero que eventualmente acaba por generar sendas desavenencias entre los miembros de la familia: Franz, esposo de Milla, empieza a tener dificultades para lograr que el párraco continúe asistiendo a la celebración todas las noches, además de tratar de mantener un presupuesto que incluye los gastos de reparación de los adornos, la compra de mazapanes y el conseguir un abeto nuevo cada dos meses; Lucie, hija de ellos, sufre una crisis que le impide volver a comer cualquier dulce o plato relacionado a las fiestas, debiendo ser internada en una casa de reposo; Johannes y Karl, hermano y esposo de Lucie respectivamente, conciben la idea de contratar actores para que los sustituyan todas las noches, plan que eventualmente acaba extendiéndose a los demás familiares.

Pienso que el relato puede recibir dos lecturas. La primera sugiere una especie de alegoría entre la situación de la familia Lenz y la de una Alemania post-guerra. El anhelo de Milla por revivir un época anterior y feliz, identificada con las fiestas navideñas, correspondería a una Alemania que quiere olvidar su situación luego de 1945, aludiendo incluso al estado de fragilidad espiritual y mental que padecerían aquella nación y la anciana. De la misma forma, los intentos que realizan cada uno de los personajes -en un principio comprensibles, luego extravagantes- por mantener una ilusión que tranquilice a la mujer podrían identificarse con una evasión del doloroso proceso de re-estructuración nacional, el cual incluye momentos como los Juicios de Nuremberg o la división inicial de Alemania en cuatro zonas (antes de 1949). De manera igual a como lo harían posteriormente otros escritores (Kundera con la entonces Checoslovaquia, por ejemplo), Böll utiliza un plano menor (el núcleo familiar en este caso) como espejo de una situación mayor e histórica.

La segunda lectura que pienso puede realizarse corresponde a una interpretación más individual y menos política del argumento. Utilizando nuevamente el paralelo con Kundera, debemos recordar que si bien en la obra de ambos escritores existen eventos que enmarcan sus relatos, estos tratan finalmente sobre relaciones humanas, las cuales no debieran ser desatendidas incluso bajo la defensa de encontrar una reflexión sobre una realidad social predeterminada: esta historia es sobre personas y la forma que han ideado para lidiar con esa realidad. El carácter trágico de Milla se ve resaltado no sólo por su demencia, sino también por la descomposición de la familia, la cual en un principio la apoyó, pero que se vio vencida al tratar de rehuir indefinidamente de una necesaria confrontación con el mundo: Franz consigue una amante; Lucie y Karl se mudan a otra región; casi todos ellos son reemplazados por actores y los nietos por figuras de cera. La especie de humor negro que puede encontrarse hacia el final (Milla no se da cuenta de nada y sigue cantando villancicos cada noche durante dos años), cumple una función de elemento de contraste (trágico/cómico; cordura/delirio) que permite conmovernos más ante los vanos intentos de los Lenz por lograr la "normalidad", además de desarrollar una atmósfera apropiada para aceptar las consecuencias de los hechos presentados.

2 Comments:

At enero 18, 2006 4:56 p. m., Blogger José A. Pacheco said...

Joder... ahí tengo "Opiniones de un Payaso" en la lista de "por leer", pero hoy por hoy con una prioridad muy baja. Tal vez para... setiembre? Je.

 
At enero 18, 2006 8:07 p. m., Blogger Juan Manuel Robles said...

Uno más para mi larga lista de pendientes.

Un abrazo

 

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