05 noviembre, 2005

Esperando a Godot

Asistí hace algunos años a la puesta en escena de Esperando a Godot realizada por Edgar Saba en el Centro Cultural de la Universidad Católica. En aquel momento, puedo decir que mi interpretación del sentido de la obra obedecía en buena parte a la expuesta por el director, quien reinvidicaba la importancia del significado de Godot a través del montaje, es decir, la obra giraba en torno a él y lo que podría representar, convirtiéndose esto en su tema principal. Pienso ahora de forma distinta; el tema principal de esta obra no es aquello que Godot pueda simbolizar, sino el aburrimiento, así como las formas que tenemos las personas de luchar contra él.

Creo que a todos nos ha ocurrido alguna vez: Un amigo nos ha citado a determinada hora y llegamos con otro amigo más para que nos acompañe hasta que llegue el primero. Entonces empezamos a conversar y los primeros temas corresponden -casi de forma inevitable- a lo que usualmente llamamos lugares comunes (política, trabajo, fútbol, etc.), o quizás a alguna noticia de actualidad que pudimos leer en el periódico antes de salir de casa. Dependiendo del grado de confianza o empatía con la persona que está con nosotros, podemos empezar a hablar de cuestiones más personales o de conocidos mutuos; después podemos hacerlo sobre cine, algún libro que hayamos leido, filosofía o cualquier tema. No obstante, quien nos citó sigue sin aparecer. Es aquí cuando empieza la obra de Beckett. El cualquier tema se convirtió para Vladimir y Estragón en todos los temas que pueden ser tratados por dos personas (lo cual implica que llevan un gran tiempo esperando a Godot, el tiempo suficiente para agotar todas las conversaciones posibles); de allí en adelante llega el aburrimiento, pues no hay nada más que decir y el paso del tiempo no se hace mas rápido cuando sabemos que esperamos algo y no tenemos forma de entretenernos o evadirnos de él. Ambos protagonistas han agotado toda la conversación racional que tenían, ya no saben qué más hacer hasta que llegue Godot, pero saben que no pueden irse (el motivo no importa) ya que él ha dicho que va a llegar y deben esperarlo. Es en este momento que surge el absurdo.

La gran diferencia entre esta y otras piezas del llamado Teatro del Absurdo radica en la forma en la cual se enfoca este. En Ionesco, el absurdo es el estado natural de las cosas, una subversión al código de lo real (racional) al que nos hemos acostumbrados; a través de dicha subversión se logran los efectos humorísticos que caracterizan su dramaturgia (La Cantante Calva). En Pirandello, por otra parte, el absurdo es una forma de cuestionar los límites que existen entre la realidad y la ficción, entre la continuidad de la obra y su distanciamiento frente al artista (Seis personajes en busca de un autor), en otras palabras, sirve como instrumento de reflexión en cuanto a la obra artística, su creación y su percepción.

El caso de Beckett es distinto. El absurdo es en esta obra la condición a la cual se han visto reducidos los personajes principales para eludirse de la realidad. Si no empiezan a discutir sobre uno de los ladrones en la crucifixión, a contar chistes sin sentido, o a intercambiarse los sombreros para ver cuál les queda mejor, corren el riesgo de volverse locos pues ya no hay forma racional de hacer que el tiempo hasta que llegue Godot se sienta menos. Ante ello, la otra única alternativa es la muerte, cuestión que los ronda más de una vez al meditar sobre cómo podrían ahorcarse en el único árbol que les sirve de escenografía. Podemos notar entonces que el absurdo no hace de esta obra una comedia -como en el caso Ionesco con La Cantante.., o en el del reciente ganadador del Nobel con El Conserje, o en las mejores películas de los Hermanos Marx-, sino más bien una tragedia, en la cual la lucha contra el Tedio se convierte en la acción dramática de los protagonistas.

¿Qué representa Godot entonces? No sabría decirlo y tampoco tendría sentido hacerlo, pues cada persona tiene su propia idea de Godot y esta varía según el momento: puede ser el sentido de la vida, puede ser la llegada de la sabiduría, de Dios, de un caudillo político o un libertador; incluso no tiene por que corresponder a temas tan solemnes, ya que bien podría tratarse de la persona que estamos esperando en la cafetería y que lleva más de una hora de retraso, la enamorada que no acaba de alistarse para salir, el final de una clase de dos horas demasiado aburrida, el 31 de dieciembre cuando termina el contrato de prácticas con una institución del estado en la cual uno ya no quiere trabajar más, etc.; cualquier situación en la que aceche la posibilidad del aburrimiento, allí estará Godot haciéndose esperar.

6 Comments:

At noviembre 14, 2005 8:46 a. m., Blogger José A. Pacheco said...

Bienvenido. So far, so good. El tipo de blog que esperaba que tuvieras.
Me ha costado mucho no ponerme majadero con tus "cuatro discos favoritos de los 90" (que al final son tuyos, así que es inútil argumentar en contra de tu preferencia).
Te linkeo pronto, y espero posts frecuentes y calidad.
Un abrazo.

 
At noviembre 15, 2005 3:33 p. m., Blogger Juan Manuel Robles said...

Calidad sí.
A Godot no.
Que conversar con Estragón no me parecería tan entretenido como jugar una partida de ajedrez con Vladimir.

 
At noviembre 16, 2005 11:51 a. m., Blogger xxx said...

mi libro favorito, aunque siempre despues de alicia.

 
At noviembre 16, 2005 12:22 p. m., Blogger xxx said...

..y siempre al final decían, nos vamos? sí, nos vamos. y como en el angel exterminador, no se iban.



peor seria jugar con pozzo juan manuel, mucho peor.

 
At noviembre 16, 2005 3:17 p. m., Blogger Juan Manuel Robles said...

y jugar con Mersault? En horas de visita por supuesto.

 
At noviembre 17, 2005 7:22 a. m., Blogger julio ubillus said...

josé augusto: sé que tus gustos sobre los discos siempre cambian, no hay problema.

juan manuel: te doy la razón: a godot dile no! lamentablemente la condición humana hace de esto una tarea casi imposible.

helefante: gracias por el post; es cierto, ninguno de los dos se va, como en la fiesta del ángel exterminador, pero por lo menos en esta al final llegan las ovejas a la iglesia, lo cual hubiera sido bacán ver en un escenario.

 

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