26 octubre, 2005

The Screwtape Letters

Este libro es un excelente ejemplo de cómo se puede hablar sobre moral sin llegar a ser moralista. Publicadas originalmente como una columna periódica en el Manchester Guardian durante la Segunda Guerra Mundial, The Screwtape Letters es presentado como la correspondencia en respuesta a todas las inquietudes formuladas por un joven demonio (Wormwood) a su tío (Screwtape), quien posee mucha más experiencia en la labor asignada a todos los demonios: tentar seres humanos o, como los llaman ellos, pacientes. Si bien no podemos hablar propiamente de una trama en el mismo sentido que en otras novelas epistolares (Las Amistades Peligrosas, por ejemplo), sería posible señalar la existencia de un hilo conductor entre las cartas, siendo este el progreso en la caída del alma del paciente. La agudeza con la cual C.S. Lewis puede penetrar en la condición humana es perturbadora; el discurso que coloca en boca de Screwtape nos hace cuestionarnos hasta qué punto no es un auténtico demonio el que escribe estas misivas y qué criaturas tan necias y frágiles somos lo seres humanos. Lewis confiesa que no le fue particularmente difícil encontrar los aspectos más mezquinos de las personas, sino que le bastó buscar en sí mismo el material en base al cual reflexionar y arribar a los temas que componen el volumen (el autor invita a los lectores a realizar el mismo ejercicio, examen que puede incluso llegar a ser peligroso).
La arquitectura del Infierno que se nos presenta es original e interesante, pues no sólo se trata de una “jerarquía teológica invertida” en donde lo bueno es malo; Dios es el Enemigo; el Diablo es El Divino Padre; etc, sino que su construcción se asemeja a la de una burocracia, con las propias intrigas que todas las instituciones de este tipo poseen (en un momento Screwtape llega a preocuparse por que alguna de sus cartas en las que criticaba la labor del Slubgob, otro demonio y director de la “Universidad de Tentadores”, haya podido ser interceptada y sus comentarios puedan ser “malinterpretados”, con la consiguiente sanción que ello implicaría).
No sé hasta qué punto pueda ser posible reseñar la totalidad de los temas tratados, pues en cada una de las 31 cartas que conforman el libro se realiza un examen desde “el punto de vista infernal” (en contraste con la teología medieval, donde predomina la interpretación celestial) sobre conceptos de virtud y vicio, el comportamiento social, las relaciones sentimentales, los lazos existentes entre religión y política, etc. Sin embargo, sí quisiera hacer mención a dos aspectos que me resultaron muy interesantes al momento de encontrarme con ellos. En la Carta III, Screwtape le da a su sobrino una serie de pautas acerca de cómo explotar la relación doméstica del paciente. Así pues, podemos encontrar reflejadas situaciones que generalmente ocurren de manera cotidiana (¿hasta qué punto no serán los demonios responsables de esto?) como por ejemplo saber cómo diferenciar a la persona “abstracta” con la que convivimos (en este caso, la madre del paciente) de la real, siendo negligentes con esta última a pesar de poder creer que nos comportamos piadosamente con (la idea de) ella en nuestro interior; o el sutil tono de voz con el cual la frase más habitual puede ser percibida como la provocación que desencadena una pelea diaria, la cual eventualmente llegará a convertirse en hábito y esto en objetivo de los demonios. En la Carta XXII se menciona una arista del Infierno, la cual nunca había considerado, pero que no puede dejar de parecerme muy oportuna y precisa. Screwtape lo describe como un lugar donde no existe la Música ni el Silencio. Aunque ambos podrían en principio ser considerados como opuestos, creo que en realidad comparten un mismo sentido con aquello que representan: la Música, máxima expresión del arte, en la que el contenido capitula en modo absoluto frente a la forma y logra así su carácter universal; y el Silencio, necesario para la creación artística, científica o filosófica, en una frase, para la meditación. Ambos se encuentran reemplazados en el Infierno por la presencia perpetua del Ruido, el cual defiende a los demonios de todo aquello que las contrapartes antes indicadas puedan atraer. Una mejor descripción del Infierno me parece imposible.
Por otra parte, si bien es cierto que prima una fuerte tónica cristiana a través de todo el libro, creo que esta no influye de manera extrema en las reflexiones, de la misma forma que uno puede disfrutar el valor literario y filosófico-ético de La Iliada sin necesidad de creer en la divinidad de Apolo o las Nereidas. De todas formas no deja de ser interesante el considerar cómo serían reinterpretadas estas reflexiones o en qué serían distintas si las realizaran escritores pertenecientes a un pensamiento musulmán, hindú, judío o de cualquier teología en la cual los demonios y los ángeles formen parte de su manera de ver el mundo.
En conclusión, The Screwtape Letters es uno de esos inusuales libros que al hablar de moral no nos dicen qué está bien o qué está mal, sino que prefieren funcionar cómo espejos en los cuales nos es posible observar detenidamente los aspectos negativos y positivos que poseemos, para luego dejarnos la tarea de meditarlos y llegar a nuestras propias conclusiones.