18 noviembre, 2005

No Logo

La conversación empezó a partir de una de las tesis sostenidas por Naomi Klein en su libro No Logo. En un principio las marcas fueron utilizadas con el fin de diferenciar productos de características similares, pero calidades diferentes. Así pues, tras la Revolución Francesa (luego de la cual no fue necesaria una autorización del Rey para iniciar cualquier actividad comercial) y la Revolución Industrial (en la que los volúmenes de producción aumentaron y la standarización dio inicio), los comerciantes empezaron a utilizar las marcas para diferenciar sus productos de los de la competencia y asegurar la fidelidad de aquellos consumidores que se dieran por satisfechos. Sin embargo, estos conceptos fueron cambiando a partir del siglo XX, ya que las empresas consideraron menos importante producir bienes (cosa que cualquiera podía hacer) que producir Marcas (cosa que sólo aquellas compañías que invirtieran fuertes sumas en publicidad lograrían); las marcas seguirían funcionando como distintivos de calidad, pero se añadieron "contextos" a ellas. De esta forma, cuando uno iba a la tienda a comprar una cajetilla de Marlboro, no solo adquiría tabaco de Virginia liado en un cigarrillo, sino además la idea de independencia y libertad que había sido integrada a este producto mediante la campaña del Marlboro Man; uno ya no compraba agua solamente si tomaba una botella de Pierre o Evian, sino que además venía incluida una experiencia de sofisticación europea. Esto mencionando sólo a tres marcas cuya capacidad para convocar contextos es muy puntual; piénsese sino en Disney, la cual trae consigo un Uqbar propio que va desde tazas, ropa, libros escolares, hoteles hasta parques temáticos enteros.
Nos habían dejado algunos capítulos del No Logo para un curso en la universidad. Un amigo y yo empezamos a analizar la tesis de Naomi Klein, cuestionándonos si realmente se justificaba el pagar un precio extra por un producto exclusivamente en función a la marca. Soy de la idea que si tengo dos pantalones hechos de los mismo materiales y ambos de la misma calidad, pero diferentes en que uno de ellos lleva la etiqueta de GAP y, por dicho motivo, un sobreprecio de 40 dólares, prefiero quedarme con aquél que resulte más barato. Mi amigo insistía en que prefería el segundo, diciendo que era distinto, que uno se sentía mejor sabiendo que era de marca a pesar de que nadie la vea o estuviera escondida (dixit). En aquel momento discrepé totalmente de su posición, pareciéndome esto un gasto superfluo y sin mayor fundamento.

Estuve hace unas dos semanas en una librería comprando el libro Inglaterra, Inglaterra de Julian Barnes. Esta es la historia de Jack Pitman y su sueño de convertir la pequeña isla de Wight en una especie de mini-inglaterra, convenientemente diseñada para albergar todos los sitios turísticos de la original, pero sin el perjuicio de tener que visitar "todo lo demás". Cuando estuve con el libro de Barnes en la mano y listo para ir hacia la caja, encontré en uno de los estantes el No Logo -el cual no veía desde hacía tiempo- y recordé la conversación sobre las marcas. En ese momento, supongo que por una asociación de ideas, me puse a pensar en lo que mi amigo había defendido (comprar productos con marcas para vivir una experiencia) y aquello que me disponía a hacer: comprar un libro de ficción. ¿Es realmente tanta la diferencia entre una persona que compra un libro, una entrada al cine o al teatro, en una palabra, una persona que consume ficción, y aquella que adquiere un producto cuya marca incluye una experiencia o un contexto (por más vano que éste sea)? Un terno es un traje que uno utiliza en ocasiones formales o algunos para ir a trabajar; un terno Armani cumple la misma función, pero aquellos que lo llevan experimentan una sensación de poder al estar esta marca ligada a abogados y ejecutivos exitosos. Es entonces esto una forma más de ficción: si llevo este terno podré sentir lo mismo que el personaje de la publicidad (a pesar de que probablemente no sea cierto).

Si bien podemos decir que la lectura de obras de ficción ofrece un placer intelectual, el fin perseguido sigue siendo el mismo: evadirse por unos momentos de la realidad. Cuando compro un libro quiero conocer cómo era Combray o Comala, quiero saber si Crusoe salió de la isla o si encontraron a Kurtz, quiero vivir por unos momentos la relación entre Tomás y Teresa, etc. Una persona que compra ropa en Benetton puede buscar la experiencia ajena a su realidad de ser parte de un grupo social con una determinada actitud en la cultura popular de occidente; lo mismo si toma un café en Starbucks y quiere vivir una experiencia relacionada con el blues o el jazz y un ambiente de bohemia (este ejemplo es de Klein, no sé si se aplicaría al concepto de Starbucks en el Perú). El que una forma de vivir esa realidad alterna implique un grado de abstracción distinto no la hace menos o más válida, en todo caso la hará diferente, pero apuntando siempre hacia la misma meta: otorgarnos una experiencia distinta a la usual.

Hasta el momento sigo pensando que prefiero comprar el pantalón de igual calidad, pero sin marca, a aquel $40 más caro y ficcionizante; no obstante, lo pensaría dos veces (especialmente si tengo costumbre de ir al cine o leer algo) antes de afirmar que esa es una forma vacía de gastar el dinero o pagar de más, pues creo que no se puede negar que el ser humano por naturaleza necesita evadirse de la realidad de vez en cuando, y ya dependerá de cada uno la manera cómo lo logre.

7 Comments:

At noviembre 21, 2005 11:20 a. m., Anonymous Anónimo said...

Excelente post. Este fue uno de mis temas de tesis en algun momento (habia una vez yo y ya iba por el cuarto tema de tesis y todos me señalaban y se reian). Ahora mi tema es uno muuuy distinto pero aun me gusta mucho este otro.

Me gustaba como se relacionaba con lo Marx denominaba fetichizacion de las relaciones sociales al hablar del dinero y el valor que las personas le daban, entonces lo que sucede es que se le otorga un nuevo significado que termina por ocultar las relaciones sociales detras (por ejemplo, en el caso del consumo de objetos que no se da solo por su utilidad sino tambien por su simbolismo) Uh, me has dado ganas de chequear ese tema otra vez.

 
At noviembre 21, 2005 5:57 p. m., Blogger José A. Pacheco said...

I luv logos.

 
At noviembre 21, 2005 7:35 p. m., Blogger Juan Manuel Robles said...

Lo sabemos Jose Augusto, lo sabemos.

El tema de ser una ficción, es que nuestra personalidad se fundamenta en ficciones. Los programas de tevé, la radio, los libros, los cuentos, la publicidad. Es ficción. Y uno se construye a partir de ella. Estructura su personalidad en función de ciertos parámetros de ficción.

El problema es elegir qué tipo de ficción elegirás para construirte, porque eso determinará tu personalidad (y viceversa, tu personalidad determinará por cuál opción de ficción te inclinarás).
Julio elegirá la ficción de la novela, José Augusto el del logo. Y eso determina y es determinado por sus personalidades.

A fin de cuentas, todos somos también una ficción.

 
At noviembre 22, 2005 9:45 a. m., Blogger julio ubillus said...

Helefante: Gracias por las palabras, es muy interesante lo que dices sobre Marx. Si bien es cierto que política y económicamente ha demostrado su inviabilidad (sea por cuestiones intrínsecas o por quienes lo aplicaron), el marxismo tal vez tenga algunas cosas que decir todavía sobre el estudio de la sociedad.
El concepto de Ideología (no en el sentido de ideas ordenadas en las que creemos de forma conciente, sino en el de percepción de una realidad que tomamos por auténtica, olvidando que es producto de muchas relaciones sociales y artificiales) de Althusser me parece relevante para estudiar la ficción, siendo lo más importante el que esta pase de manera invisible ante nosotros y se convierta en parte de nuestra "realidad" cotidiana, cosa que los mejores cineastas y escritores (y algunos publicistas) logran hacer.

Juan Manuel: De acuerdo con casi todo lo que has dicho, excepto en que no siempre es uno quien se construye a partir de la ficción (lo que implica reconocimiento y voluntad), sino que es construido por ella (lo que acabo de decir lineas arriba, no necesariamente incluye nuestra voluntad, sino que no nos damos cuenta de ello) y no notamos la diferencia muchas veces. Ejemplos de esto podrían ser los libros y dibujos animados para niños, ya que ellos no se encuentran en una situación de reflexionar qué ficción desean consumir, sino que son expuestos a ella y eso empieza a marcar sus vidas.

 
At noviembre 24, 2005 10:43 a. m., Blogger xxx said...

Lo hice. Revise mi trabajo y vi que empiezo diciendo que en la historia de la humanidad la vista no siempre ha sido el sentido mas importante. Antes de que se inventase la escritura, las fuentes orales tenían mayor reconocimiento social a diferencia de la vista que estaba relegada. Para los filósofos presocráticos la vista no tenía el mismo peso que tiene ahora en la escala de los sentidos, sino más bien, el sentido privilegiado era el oído debido a la tradición de los relatos y de los testimonios orales. La transición entre uno y otro supuso desechar prejuicios respecto a la memoria, la inteligencia y las capacidades que supuestamente se verían perjudicadas con la ayuda de las ideas por escrito. A medida que la cultura objetiva fue creciendo, la capacidad de almacenar el conocimiento por la memoria se hizo cada vez más imposible a la vez que el desarrollo de tecnologías de impresión permitía el acopio de la información de manera impresa. Así junto a la necesidad apareció la posibilidad de hacerlo.

Si bien en un inicio este acopio de ‘información’ era mayormente escrito, en la actualidad la información presentada de manera simple (papeles en blanco llenos de pequeñas manchas negras), han quedado relegados al mundo académico y al mundo de los negocios. A los ámbitos en donde el mensaje vale más (aunque no independientemente de) que la forma. Estos ámbitos suelen ser: (a) Judiciales, (b) Comerciales, (c) Educativos.

Amo la imagen; ya no quiero ser abogada (asi duela mas).

 
At noviembre 24, 2005 10:49 a. m., Blogger xxx said...

Y mira, esta hipotesis que hice esta bonita:

"La imagen se crea y se consume. Hay intencionalidad en la creación ligada a:
1) la búsqueda de satisfacción estética,
2) lo religioso,
3) lo político.

La imagen nace en el campo de lo ideológico y posteriormente se inscribe en el campo artístico que va a ser subsumido por la religión hasta la modernidad. La secularización supone una explicación del arte por el arte, con una mayor libertad para sus objetivos, y una ética propia. Con esta libertad, la imagen gráfica continua siendo base para el campo religioso y político, para el ejercicio del poder a través de signos de distinción, pero también terreno para manifestaciones mucho mas individuales e incluso críticas."

 
At abril 05, 2008 11:13 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hola: Se que mi cmentario puede no ser tan profundo como los de ustedes pero les cuento... Estoy leyendo el libro NO LOGO, es mas lo compre en un lugar donde lo venden "trucho" o sea copiado para asi no incentivar a las grandes editoriales a que lo posean y pongan el precio que quieran. Pero bueno... encontre algo que me parece una tonteria pero quiero compartirla con ustedes. La autora se llama Naomi "Klein" y suena a la marca "Calvin Klein" y el esposo es Avi Lewis masomenos parecido al nombre del jean (pantalones) marca "Levi´s". jajajaj que coincidencia ¿NO?

 

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