15 diciembre, 2005

Las Mujeres de Sal

Esta novela puede ser considerada como la primera pieza dentro de un ciclo literario que le ha tomado casi 20 años realizar a Mario Bellatin. Publicada en 1986, esta obra posee una estructura extremadamente fragmentaria, narrando de forma paralela varias historias a la vez y funcionando como espejo del caos en las relaciones que cada personaje tiene con los demás. Por una parte tenemos el relato de Ricardo, en un momento narrador principal, quien dirige una galería de arte contemporáneo. Él se considera culpable -o cómplice- de la caída de un viejo profesor y amigo suyo, el pintor Andrés Montiel. Por otro lado, el de Montiel, tenemos a un personaje sumamente oscuro, en una búsqueda de autenticidad artística o existencial, la cual parece haber encontrado en cierto proyecto artístico que se realizaría en Pachacámac.

Las demás historias surgen gracias a las relaciones que estos personajes desarrollan con las que podrían ser consideradas "Las Mujeres de Sal": Dorila, propietaria de una peña y esposa de Santos, quien la recibió de sus padres siendo ella muy joven y conoce gran parte de su pasado, incluida la desgracia de su familia; y Beatriz, una argentina que llegó a Chiclayo luego de casarse con un doctor, al que después abandonará debido al comportamiento hostil de su familia. Es ella quizás el personaje más hermético de todos, ya que mantiene una relación particular con las plantas, con otro oscuro personaje (un zapatero chino cuyo insumo principal es el cuero de ratas para fabricar el calzado) y con Francisco, un jardinero que padece un leve grado de retardo. Es además Beatriz quien genera en Montiel la necesidad de encontrar su autenticidad, quien le señala la forma en que debe empezar a ver el mundo. Podríamos incluir también a Ana (escultora y amante de Ricardo) y a Rosita (una cantante en la peña de Dorila), aunque sus roles en la historia son menores.

Si bien esta obra es muy distinta a la producción posterior de Mario Bellatin, es cierto también que en algunos pasajes encontraremos una génesis de aquello que luego sería desarrollado en libros como Efecto Invernadero, Canon Perpetuo, Flores y, especialmente, Poeta Ciego: esa forma de narrar hechos a primera vista cotidianos, pero en los que presentimos la existencia de cierto elemento perturbador, el cual no logramos identificar con claridad. Ejemplo de esto es la "Segunda Parte", en la que nos es presentada una fábrica en donde se producen prótesis y otros artefactos de rehabilitación física. Cerca del final se advierte la presencia de un visitante que se encuentra dibujando los aparatos ortopédicos (posiblemente Montiel), y si bien el lenguaje es en gran medida descriptivo, es imposible negar la atmósfera de extrañeza que se genera por el uso "impersonal" de la retórica.

Uno de los pasajes que encuentro particularmente interesantes es la muerte de Andrés, hijo de una antigua cantante de la peña, ya que es este un hecho sin motivos. El niño ha sido adoptado por Dorila luego de la desaparición de la madre y suele pasar sus días recorriendo las mesas del local. En una de aquellas ocasiones, un hombre saca un cuchillo debajo de su saco y apuñala al niño. No se exponen las causas del hecho, simplemente sucedió. Con este episodio, el autor nos parece proponer que la maldad puede acaecer simplemente y no es necesario buscar una razón a la desgracia: un hecho cuyos efectos destruirán la vida de los demás personajes (como se verá en los capítulos siguientes), es factible de sobrevenir sin provocación. El episodio de la muerte de Andrés acaba por perfilar el caos en el universo de todos los personajes.

3 Comments:

At diciembre 15, 2005 3:16 p. m., Blogger Juan Manuel Robles said...

No leí esta obra.
Sólo Salón de Belleza que me gustó mucho.
Prometo leer esta dada la buena reseña hecha.

 
At diciembre 16, 2005 9:07 a. m., Blogger julio ubillus said...

Claro, ese es un librazo. Hace algunos años leí una entrevista a un escritor (no recuerdo ahora su nombre), quien decía que los libros que le gustaría ver adaptados en películas eran Salón de Belleza (por Almodóvar) y La vida exagerada de Martín Romaña (por Woody Allen). Si dijeramos lo mismo de Las Mujeres de Sal, David Lynch sería el director más apropiado para hacerlo.

 
At diciembre 18, 2005 10:34 p. m., Blogger José A. Pacheco said...

Llegando a Lima, una vez terminado el Quijote (o una vez abandonado, lo que ocurra primero), tendrás que prestarme los libros de Bellatin. Me los debo.
Uh, hoy compré el "Tender Is the Night" de Scott Fitzgerald. Supongo que te interesará. So far (35 páginas), so good.

 

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