24 diciembre, 2005

SantaLand Diaries

Hay escritores cuyas vidas son obras completas de literatura: David Sedaris es uno de ellos. En SantaLand Diaries, el autor nos relata su experiencia trabajando como un duende (elf) en la tienda Macy's de Nueva York, empleo que nunca pensó tener que soportar al cumplir 33 años y con la ambición de convertirse en un escritor reconocido. Y es así como empieza la historia: el narrador riéndose de un anuncio en el periódico ofreciendo el puesto de duendes a todos aquellos que quieran hacer una "carrera llena de oportunidades en la industria del entretenimiento durante las fiestas". En un principio escéptico, luego resignado, Sedaris se somete por propia voluntad a este trabajo, el cual demuestra lo difícil que es disfrazarse con un traje verde y cuello de tortuga amarillo, zapatillas de terciopelo y un sombrero con cascabeles, teniendo que cambiar su nombre por uno "navideño" como Crumpet, Snowball o Blisters, y recibiendo consejos del tipo "el hecho de ser un duende no implica que seas el esclavo de Santa Claus".

El relato prosigue con la compleja e impensable estructura que rodea el trabajar en la "Tierra de Santa": un oscuro adiestramiento en cómo operar las máquinas registradoras al momento de cobrar las fotografías que se toman los niños con Santa Claus (pues es este el verdadero negocio); los absurdos códigos que deben utilizarse, como VAMOOSE, en lugar de anunciar por los megáfonos que un niño vomitó en la cola; las distintas ubicaciones que deben ocupar los duendes en el proceso de la fotografía, pues no se es sólo duende, sino que además uno tiene determinada posición estratégica dentro del sistema: duende de la entrada, duende de la caja registradora, duende de la foto, duende acomodador, duende cantante, etc.

El resto de la historia se compone de pequeños episodios narrados en clave de ironía, los cuales le sirven a Sedaris como instrumento para reflexionar sobre distintos aspectos propios de la idiosincrasia estadounidense. Así pues, en determinada oportunidad una mujer negra pide expresamente ser llevada a un Santa Claus "de color", la cual al verlo señala que "no es lo suficientemente negro como esperaba"; momentos después una mujer blanca solicita un Santa Claus "tradicional", "blanco como nosotros" en palabras de ella, circunstancia que Sedaris aprovecha para hacer un comentario sobre cómo la frase "Santa Claus es uno solo" parece no tener sentido más que para él y los niños que llegan. En otra ocasión, el narrador conoce a una duende quien es también actriz y ha trabajado en un novela como bailarina de flamenco. Uno de los gerentes ha participado en la misma novela siete veces. Algunos Santa Claus tienen trabajos fuera de la tienda, en agencias publicitarias por ejemplo. Aquello es desconcertante para Sedaris, quien ya tenía planeado su "comportamiento modesto" para cuando llegara a ser un escritor reconocido y una celebridad (y sin embargo, en ningún momento se desanima, incluso ve como un avance el trabajar con gente que ha trabajado con celebridades de la televisión).

Otros episodios incluyen a turistas que no saben cómo llegaron a la cola de dos horas para tomarse fotos, un Santa Claus que recomienda a los niños la carrera de entomólogo y les pregunta si saben qué es la medicina holística, madres que les dicen a sus hijos que pidan por navidad la prohibición de pruebas científicas en animales, duendes que son extorsionados a cantar villancicos, Phil Collins y su hija, una mujer que lleva a su gato para que también tenga una foto con Santa Claus, etc.

SantaLand Diaries finaliza (¿de qué otra forma podría ser?) la víspera de Navidad, momento en el cual llega la mayor cantidad de gente y para el que los empleados se han estado preparando durante toda la temporada, casi comparándolo con una batalla romana de la antigüedad. El final tan inmediato en esta historia es quizás lo único que puede llegarse a lamentar. Relato extraordinario y divertido, un lado poco conocido de las fiestas. (SantaLand Diaries se encuentra incluido en el libro Holidays on Ice de David Sedaris)

2 Comments:

At enero 01, 2006 5:39 p. m., Blogger Erika Almenara said...

Suena interesante aunque triste. saludos.

 
At enero 02, 2006 5:37 p. m., Blogger julio ubillus said...

Es cierto, tiene su tristeza. Creo que los niveles de registro (por momentos irónico, por momentos conmovedor) en la obra de Sedaris, así como el ritmo en el cual se suceden, tienen como efecto reconciliar al lector con la realidad antes que volverlo un escéptico. Saludos.

 

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