31 enero, 2006

Conversación en La Catedral

No creo inexacto afirmar que esta novela consigna una de las preguntas que, con el tiempo, ha llegado a formar parte del imaginario nacional peruano: ¿En qué momento ocurrió? Si bien es cierto que al inicio del libro ésta se refiere al país, el verdadero desarrollo de la misma se da sobre Santiago Zavala a propósito de su vida: ¿En qué momento me ocurrió? A través de toda la obra se citan y alternan diversos episodios a manera de respuesta: fue quizás cuando intentó seducir a Amalia, o cuando ingresó a una universidad que no era bien vista por sus padres; tal vez cuando se permitió perder una relación con Aída ante Jacobo; cuando fue encerrado por comunista; cuando se marchó de su casa y entró a trabajar en La Crónica; cuando le hablaron sobre su padre en un burdel o cuando tuvo un accidente y conoció a la que sería su mujer.

En un primer momento, el origen y entorno social del personaje parecían presentarle todas las garantías de llegar a convertirse en una continuación de la propia vida de su padre, un hombre exitoso y con dinero, conectado a la política y perteneciente a una clase social alta. Sin embargo, aquellos episodios en los que interviene directamente (es decir, aquellos que comprenden desde el inicio de su vida adulta hasta el momento de la conversación a la que hace referencia el título) no fueron llevados a cabo de una manera decisiva, sino antes de un modo trunco e imperfecto. Por otra parte, es evidente que la situación final de Santiago Zavala es la de una persona vencida por su propia existencia, inconforme con su trabajo, su familia y su persona. Sería entonces lógico deducir -como lo hace el personaje- que existió un evento exacto que propició su caída, para después pasar a analizar todos aquellos que podrían ser identificados como tal. A pesar de ello, no me parece posible señalar aquel momento preciso, y creo que este es el verdadero punto de la novela: el problema de Santiago Zavala no fue uno de decisión, sino de determinación.

A fin de que tal momento hubiera podido darse, las repercusiones de este deberían haber afectado la vida del personaje de forma definitiva, hecho que no llega a suceder nunca. Tomemos por ejemplo su captura junto a otros estudiantes comunistas: algunos de ellos fueron encarcelados, otros fueron desterrados; sin embargo, él logró salir de la cárcel la misma noche de su arresto debido a la intervención paterna. Lo que para otros fue un hecho que determinó sus vidas, para él no fue más que un paso adicional hacia la situación en la que se encontraría al iniciar la novela, puesto que sus efectos no lo alcanzaron del todo. Lo mismo podría decirse acerca de la relación entre él y su familia, con la que nunca llegó a resolver sus problemas; con su empleo (el cual siempre le pareció indigno de él, incluso cuando consiguió escribir editoriales); o con su mujer (a quien no se podría decir que amaba, aunque le tuviera cariño).

Con todo esto quiero decir que, si bien hubo momentos importantes en la vida de Santiago Zavala (en los cuales decidió hacer o no algo), su imposibilidad para verse afectado del todo por las consecuencias de sus decisiones (debido a su falta de determinación en cuanto a afrontar plenamente los resultados de sus actos) hacen imposible la aparición de el momento definitivo en su existencia. Entonces ¿qué ocurrió con Santiago? Creo que su problema fue tratar de encontrar la explicación a su estado final en un evento externo, cuando en realidad la cuestión fue siempre interna y ligada a aquella fascinación personal por el fracaso que lo domina a través de la historia (y probablemente desde antes si nos fuera posible conocer algo más sobre su pasado). No obstante esta fascinación, su carácter era tan débil que no le permitía llegar a destruirse del todo, sino únicamente elegir realizar actos insignificantes que en su conjunto lo llevaron a la vida insubstancial que termina padeciendo. Este examen personal no llega a ofrecerle redención alguna y, al parecer, esta sólo llegaría -como instintivamente lo señala Ambrosio hacia el último capítulo- con la muerte, conclusión tanto de una vida digna como de una mediocre.

2 Comments:

At abril 23, 2006 11:30 p. m., Anonymous Anónimo said...

Si bien concuerdo en parte con la idea de Gregorio MArtinez, que el pobre Zavalita se terminó de joder cuando descubre que su padre era sodomizado por Ambrosio (y la "sumisión" social que significa) pienso que Zavalita se "descompuso" al enfrentar sin éxito la incertidumbre postadolescente de rebeldia contra su familia que, lamentablemente para él, coincide con su desmoronamiento económico. Luego, su vida clasemediera, la sufre y tolera, porque trata de ser consecuente con ese factor psicológico de rebeldía (entendamos que Zavalita, a pesar de querer mucho a su padre, no quiere ser como él) que lo diferenció a tiempo de su entorno.
Por último, Zavalita es el reflejo patético de una sociedad que se contenta con lo que tiene.

 
At mayo 25, 2006 7:45 p. m., Blogger Liz said...

De acuerdo con Diego, pero se debe notar que además de lo jodido que estaba Zavalita, todos los personajes lo están, no hay uno sólo que estuviera feliz y contento con la vida que llevaba y eso es lo más triste del asunto porque ya sabemos que el Perú está jodido, pero siempre queda la esperanza que uno no lo esté y el premio de la lotería es k ese seas tú.

 

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