06 marzo, 2006

El marinero que perdió la gracia del mar

Existen dos visiones encontradas sobre la vida en esta novela de Yukio Mishima: una violenta (representada por Noboru y Ryuji), la otra sosegada (caracterizada por Fusako). El marinero al que hace alusión el título es Ryuji Tsukazaki, el cual juzga su vida como la espera de algo inevitablemente grandioso, la ejecución de una obra poderosa para la cual se siente predestinado y que le permitirá alcanzar la gloria en una misión heroica. El mar (o, más exactamante, la muerte en el mar) es donde habrá de ocurrir esto, siendo identificada la tierra con recuerdos de sumisión y decadencia (esta novela se sitúa históricamente luego de la ocupación norteamericana en Japón). Noboru Kuroda es el hijo adolescente de Fusako, viuda desde hace cinco años. De manera similar a Ryuji, Noboru exige al mundo una perfección y nobleza que cree encontrar en la vida de los marineros (Noboru vive cerca al puerto en la ciudad de Yokohama). Esta disposición es compartida por el grupo de amigos de Noboru, todos de trece años. En una de las escenas más sombrías de la novela, el líder del grupo coarta a los demás a la ejecución de un pequeño gato, lo cual realizan en búsqueda de una experiencia límite que les permita entender algo "último" o "puro".

Por otra parte, la existencia de Fusako es de una serenidad conmovedora. Luego de la pérdida de su esposo, ella se dedica íntegramente a la educación de su hijo y a la administración de su negocio, una de las casas comerciales más exitosas de Yokohama. La vida de estos tres personajes se ve entrelazada durante cierta excursión que Noboru realiza con su madre a fin de observar uno de los barcos estacionados en el puerto. El encuentro con Ryuji significó para ella el redescubrimiento de su propio ser, una exacerbación de emociones que pensó desaparecidas desde el fallecimiento del padre de Noboru.
Sin embargo, esto no fue el caso para Ryuji. El conocer a Fusako y desarrollar posteriormente una relación afectiva con ella le hacen reconsiderar la perspectiva de un destino heroico, siendo este sustituido por la posibilidad de una vida confortable, aunque sin pasión ni gloria. En un inicio Noboru ve bien la relación entre su madre y el marinero, pues piensa que de esta forma logrará él también ingresar a aquel mundo invencible, no pudiendo prever que sería el mismo Ryuji quien dudaría de este.

Si bien este libro no tiene un tono tan marcadamente autobiográfico como Confesiones de una Máscara, es innegable que podemos encontrar en él una de las reflexiones más personales del autor acerca de su propia vida: la justificación de la existencia a través de una tarea incierta y destructiva. John Nathan, biógrafo y traductor de Mishima, señala un episodio particularmente decisivo en la vida del escritor: su renuncia a un puesto en la administración pública para dedicarse por completo a la literatura. No es de sorprender que dicha determinación implicó un fuerte enfrentamiento con su padre (funcionario público él también), pues lo ponía en una situación incierta frente a su futuro económico y la posibilidad de mantener una familia, pudiendo significar el fracaso en su ambición literaria un permanente estigma social, unido a un velado ostracismo en una nación con códigos sociales tan rígidamente observados como la japonesa -la cual no duda en sancionar fuertemente el intento infructuoso de quebrantarlos-.

El conflicto de la novela es la decisión que decide tomar Ryuji, cuyas consecuencias son retratadas en una escena de perfecta violencia anticipada (dicha escena puede ser una de las razones por las cuales el libro ha sido comparado con El Señor de las Moscas, paralelo discutible si consideramos las distintas motivaciones entre los personajes de Golding y Mishima). La resolución que adoptó el autor en su momento ofrece un fuerte contraste con la del personaje de Ryuji -incluido el desenlace por el que se inclinó en 1970-; este libro es una buena forma de acercarse a la literatura de un escritor que conjuga una perfección estilística con temas existencialmente complejos. Las preguntas permanecen: ¿Qué hubiera elegido el lector? ¿Habría alguna otra forma de defenderse de la vida, como lo hicieron Ryuji y Mishima?

5 Comments:

At marzo 06, 2006 12:11 p. m., Blogger samitobrus said...

Buen comentario del libro. Siempre me gusto y me atrajo mucho la cultura japonesa, y hace poco descubrí a un autor japonés que no tiene desperdicio; se llama Haruki Murakami, y si puedes, te recomiendo que leas alguna de sus novelas.
Saludos desde BCN

 
At marzo 06, 2006 4:53 p. m., Blogger Pam said...

Gracias por tu comentario en mi blog. Me permito hacerte una recomendación literaria. Se trata de un libro muy popular pero no por ello menos interesante. Se ha convertido en obra de culto para mí. Se trata de "La Historia Interminable" de Michael Ende. Ojalá a todos los que la leyeran les hiciera el mismo efecto que a mí!
Saludos desde España!
PAM

 
At marzo 06, 2006 9:56 p. m., Blogger julio ubillus said...

SamCorco: Gracias por la información sobre Murakami; curiosamente he leído comentarios similares en algunos blogs peruanos de literatura acerca de la calidad de dicho autor, definitivamente lo pondré en mi lista de "pendientes". Saludos.

Pam: Gracias también por la recomendación; cuando escucho que determinado libro es considerado de culto para alguien, intento conseguirlo lo más pronto posible y entender la experiencia. Saludos.

 
At marzo 08, 2006 11:35 a. m., Blogger samitobrus said...

Te pongo en mis Links favoritos. Es asombroso saber que alguien desde el Perú esté leyendo lo que escribo. La mayoria de gente que conozco no leerá nunca lo que hago. Es la magia de la red. Saludos desde BCN.

 
At abril 24, 2006 9:56 p. m., Anonymous Anónimo said...

Iniciar el viaje


Hoy es el quinto día del Quinto Mes. He remojado pétalos de lirio para limpiar mis pies cansados mientras observo a unos niños zarandear un muñeco vestido de senshi. El río Hirose no está lejos, y aunque hoy –más que nunca- sus carpas deben estar nadando contra la corriente, yo me consumo en remediar si es tiempo de emprender viaje en busca de li Bai.
Mi hermano Yoshitada diría, sin duda:

Una carpa de papel
más valerosa
en río bravo.

Entonces en su memoria decido abandonar Sendai y Matsushima, para redescubrir mi espíritu en alguna ciudad olvidada.
Así, al iniciar mi viaje, sentencio:

Hoy Kodomo no hi:
pétalos de lirios
desatan mis pies.

 

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