30 octubre, 2005

Razzmatazz

De todos los discos aparecidos durante la década de los noventas, los que considero los cuatro mejores pertenecen a sendas bandas de origen británico: Coming Soon de Suede, OK Computer de Radiohead, Laid de James y His’n’Hers de Pulp. Jarvis Cocker, vocalista y compositor principal de este último grupo, es quizá quien haya elaborado las mejores letras de todos ellos (y decir esto no es sencillo, debido al gran nivel que cada uno posee), pudiendo ser Razzmatazz una de las canciones más representativas del disco, sino de toda la estética de la banda.
En Razzmatazz nos es relatada la vida superficial y vana de una chica de clase media inglesa por uno de sus ex amantes, quien no tiene reparos en enumerarle (más que enumerarnos, ya que durante toda la canción él se dirige exclusivamente a ella, mientras nos vemos obligados a presenciar esto de igual forma que cuando una pareja se pelea en la misma habitación a unos metros de nosotros) todo aquello que la hace miserable: desde los problemas relacionados con su familia (The trouble with your brother, he’s always sleeping with your mother / And I know that your sister missed her time again this month), pasando por los de sus relaciones (And now you're going with some kid who looks like some bad comedian) e incluso de salud (Oh well I saw you at the doctor's, / waiting for a test. / You tried to look like some kind of heiress, / but your face is such a mess.), hasta los propiamente existenciales (Now it's half past ten in the evening, / and you wish that you were dead).

Lo interesante y diferente de este “narrador” es su crueldad ya que, si bien podemos apreciar cierto grado de preocupación de él por ella, es innegable que su actitud no es la de alguien que vela por un ser frágil, sino la de una persona que brutalmente enrostra a otra (posiblemente por la relación que tuvieron antes), y hasta obtiene cierto placer en lastimarla (pudiendo entonces él ser también incluido en su lista de “problemas”). Así pues, hay ocasiones en las que la trata como lenta o idiota (Am I talking too fast or are you just playing dumb? / If you want I can write it down.), otras en las que sabe dónde puede lastimarla exactamente al conocerla (You started getting fatter, / three weeks after I left you.), y otras en las que simplemente desea agredirla y avergonzarla (And he's not coming round tonight to try and talk you into bed).
Toda esta crueldad podría parecernos gratuita si asumiéramos que la chica es una víctima inocente de lo que la rodea, pero es justamente allí dónde podemos encontrar el giro que da Cocker al componer historias de este tipo, ya que ella tiene tan pocas virtudes como los demás personajes, pues no sólo es una snob (You tried to look like some kind of heiress // Cos aren't you the one, with your razzmatazz and the nights on the town?), sino que incluso el narrador dice porqué es que a nadie ella le va a importar (Now no-one's gonna care, if you don't call them when you said.), pues sigue haciendo aquello que en algún le funcionó, pero ya no más, quizá cuando otros le toleraban sus exigencias (And all those stupid little things, / they ain't working, / no they ain't working any more); es decir, ella no nos logra generar empatía a pesar de su sufrimiento y nos es imposible conmovernos por todo lo que le sucede, siendo este un mundo sin héroes y donde ella no es una víctima, sino simplemente un predador igual de culpable que el resto de personajes, el narrador y nosotros mismos al participar en un rol de voyeurs que ella no solicitó.

Letras auténticas de este tipo son lo representativo de esta banda, cuyas canciones llenas de violencia (emocional, física, social) y una sinceridad brutal (extraña mezcla) desarman y parodian a la sociedad de su momento (la juventud inglesa de clase media-alta), y acerca muchas de las composiciones de Cocker a la tradición de crueldad y humor de otros autores británicos como Thackery en Vanity Fair, Butler en The Way of All Flesh y Saki en Beasts and Super-beasts. Además de ello, estas canciones sólo podrían ser interpretadas por alguien como Cocker quien, más que cantarlas, por momentos aúlla las letras o en otros sencillamente parece que estuviera “conversando” la canción, sin modular una nota en absoluto. Lo distintivo de la música en Pulp es la atmósfera de oscuridad que envuelve a casi todas sus canciones, no sólo de forma psicológica, sino además por parecer que estas suelen transcurrir de noche (en discotecas, pubs, habitaciones de hotel, etc.) o en circunstancias de ruina y decadencia, lo cual la diferencia de otras bandas británicas como The Smiths o The Housemartins, cuyos temas son también una muestra de la más implacable ironía anglosajona acompañada de melodías suaves y alegres que no hacen sospechar el contenido de las letras, generando un inusual contraste entre fondo y forma para quien las escucha.

26 octubre, 2005

The Screwtape Letters

Este libro es un excelente ejemplo de cómo se puede hablar sobre moral sin llegar a ser moralista. Publicadas originalmente como una columna periódica en el Manchester Guardian durante la Segunda Guerra Mundial, The Screwtape Letters es presentado como la correspondencia en respuesta a todas las inquietudes formuladas por un joven demonio (Wormwood) a su tío (Screwtape), quien posee mucha más experiencia en la labor asignada a todos los demonios: tentar seres humanos o, como los llaman ellos, pacientes. Si bien no podemos hablar propiamente de una trama en el mismo sentido que en otras novelas epistolares (Las Amistades Peligrosas, por ejemplo), sería posible señalar la existencia de un hilo conductor entre las cartas, siendo este el progreso en la caída del alma del paciente. La agudeza con la cual C.S. Lewis puede penetrar en la condición humana es perturbadora; el discurso que coloca en boca de Screwtape nos hace cuestionarnos hasta qué punto no es un auténtico demonio el que escribe estas misivas y qué criaturas tan necias y frágiles somos lo seres humanos. Lewis confiesa que no le fue particularmente difícil encontrar los aspectos más mezquinos de las personas, sino que le bastó buscar en sí mismo el material en base al cual reflexionar y arribar a los temas que componen el volumen (el autor invita a los lectores a realizar el mismo ejercicio, examen que puede incluso llegar a ser peligroso).
La arquitectura del Infierno que se nos presenta es original e interesante, pues no sólo se trata de una “jerarquía teológica invertida” en donde lo bueno es malo; Dios es el Enemigo; el Diablo es El Divino Padre; etc, sino que su construcción se asemeja a la de una burocracia, con las propias intrigas que todas las instituciones de este tipo poseen (en un momento Screwtape llega a preocuparse por que alguna de sus cartas en las que criticaba la labor del Slubgob, otro demonio y director de la “Universidad de Tentadores”, haya podido ser interceptada y sus comentarios puedan ser “malinterpretados”, con la consiguiente sanción que ello implicaría).
No sé hasta qué punto pueda ser posible reseñar la totalidad de los temas tratados, pues en cada una de las 31 cartas que conforman el libro se realiza un examen desde “el punto de vista infernal” (en contraste con la teología medieval, donde predomina la interpretación celestial) sobre conceptos de virtud y vicio, el comportamiento social, las relaciones sentimentales, los lazos existentes entre religión y política, etc. Sin embargo, sí quisiera hacer mención a dos aspectos que me resultaron muy interesantes al momento de encontrarme con ellos. En la Carta III, Screwtape le da a su sobrino una serie de pautas acerca de cómo explotar la relación doméstica del paciente. Así pues, podemos encontrar reflejadas situaciones que generalmente ocurren de manera cotidiana (¿hasta qué punto no serán los demonios responsables de esto?) como por ejemplo saber cómo diferenciar a la persona “abstracta” con la que convivimos (en este caso, la madre del paciente) de la real, siendo negligentes con esta última a pesar de poder creer que nos comportamos piadosamente con (la idea de) ella en nuestro interior; o el sutil tono de voz con el cual la frase más habitual puede ser percibida como la provocación que desencadena una pelea diaria, la cual eventualmente llegará a convertirse en hábito y esto en objetivo de los demonios. En la Carta XXII se menciona una arista del Infierno, la cual nunca había considerado, pero que no puede dejar de parecerme muy oportuna y precisa. Screwtape lo describe como un lugar donde no existe la Música ni el Silencio. Aunque ambos podrían en principio ser considerados como opuestos, creo que en realidad comparten un mismo sentido con aquello que representan: la Música, máxima expresión del arte, en la que el contenido capitula en modo absoluto frente a la forma y logra así su carácter universal; y el Silencio, necesario para la creación artística, científica o filosófica, en una frase, para la meditación. Ambos se encuentran reemplazados en el Infierno por la presencia perpetua del Ruido, el cual defiende a los demonios de todo aquello que las contrapartes antes indicadas puedan atraer. Una mejor descripción del Infierno me parece imposible.
Por otra parte, si bien es cierto que prima una fuerte tónica cristiana a través de todo el libro, creo que esta no influye de manera extrema en las reflexiones, de la misma forma que uno puede disfrutar el valor literario y filosófico-ético de La Iliada sin necesidad de creer en la divinidad de Apolo o las Nereidas. De todas formas no deja de ser interesante el considerar cómo serían reinterpretadas estas reflexiones o en qué serían distintas si las realizaran escritores pertenecientes a un pensamiento musulmán, hindú, judío o de cualquier teología en la cual los demonios y los ángeles formen parte de su manera de ver el mundo.
En conclusión, The Screwtape Letters es uno de esos inusuales libros que al hablar de moral no nos dicen qué está bien o qué está mal, sino que prefieren funcionar cómo espejos en los cuales nos es posible observar detenidamente los aspectos negativos y positivos que poseemos, para luego dejarnos la tarea de meditarlos y llegar a nuestras propias conclusiones.

19 octubre, 2005

Inicio

Muchos libros son como llaves a habitaciones desconocidas en el interior del castilllo que es uno mismo.

Franz Kafka, 9 de Noviembre de 1903.