12 agosto, 2006

Eternal Sunshine of the Spotless Mind

Definamos la libertad como aquella capacidad que posee todo ser racional y consciente de sí mismo para determinar su propio comportamiento luego de un proceso de reflexión. Si hablamos de procesos de reflexión, estamos presumiendo la facultad de acceder a información que nos permita elegir entre diversos cursos de acción (aquel que consideremos el más beneficioso en ese momento). Por otra parte, a la noción de libertad se opone aparentemente la de determinismo, consecuencia de una visión mecanicista del mundo. Dicha visión puede ser expresada de la siguiente manera: todo lo que existe en el mundo son partículas de materia; si conociéramos la posición y velocidad de todas ellas en un instante dado, así como su aceleración y sentido, podríamos saber exactamente no sólo qué habría de ocurrir en cualquier momento, sino también qué ocurrió. Es cierto, el mundo es determinista. Si caliento agua hasta 100 grados centígrados, se convertirá en vapor; si suelto un cuerpo suspendido en el aire, la gravedad hará que se acerque a tierra a menos que otro cuerpo lo evite, etc. Estas condiciones podrían ser distintas, pero no tengo ningún motivo por el cual pensar que cambiarán (así como tampoco para presumir que serán eternas). No obstante ello, es bueno que el mundo se encuentre determinado, ya que es eso lo que permite que seamos realmente libres: si distinguimos que las cosas ocurren delimitadas por cierta regularidad, sabremos qué elegir y los motivos que nos llevaron a dicha elección. Si el mundo fuera indeterminado, no seríamos más libres; antes bien no sabríamos cómo actuar, pues no podríamos prever los efectos ni la acción que nos sería más beneficiosa. El mundo es determinista, pero no inevitable.

En Eternal Sunshine of the Spotless Mind se desarrolla una idea con la que muchos nos habremos identificado alguna vez: la posibilidad de un tratamiento que permita olvidar a una persona, evitando así el sufrimiento que conlleva muchas veces una ruptura sentimental. Podemos resumir el argumento de la película en unas pocas líneas: Joel Barish decide contratar a Lacuna, la compañía que provee el procedimiento mencionado, al serle revelado que Clementine no sólo ha decidido terminar la relación que llevaban, sino además olvidar mediante el mismo método todos los elementos dolorosos que vivieron como pareja. Durante la intervención a sus recuerdos, Joel descubre que el vínculo con Clementine le es demasiado importante como para eliminarlo definitivamente, por lo que intenta salvar de alguna forma al menos un momento que hubieran pasado juntos. Paralelamente, ella empieza a rememorar algunos aspectos de la relación mientras está con Patrick (uno de los trabajadores de la compañía), e intenta averiguar quién es esa persona que presiente haber conocido y estar perdiendo.

Debo confesar que en algún momento yo mismo hubiera considerado la elección tomada por Joel y Clementine como la más conveniente. Ambos vuelven a encontrarse hacia el final de la película e intentan reiniciar la relación, lo cual ofrece la posible interpretación de un comienzo limpio al no mantener la carga de experiencias desagradables que acabaron conduciéndolos al tedio. Sin embargo, creo ahora que dicha sensación de segunda oportunidad es ilusoria, pues en realidad no les concede una auténtica posibilidad de arreglar las cosas, sino simplemente de cometer los mismos errores nuevamente. Como mencioné hacia el inicio, ser libre implica cierto grado de conocimiento o experiencia. Ambos personajes decidieron olvidar aquello que había ocurrido durante el tiempo que estuvieron juntos, anulando así cualquier indicio sobre los aciertos y las torpezas que uno y otro cometieron, es decir, los motivos por los que la relación dejó de funcionar en algún momento. A fin de explicar mejor dicha afirmación, es necesario referirnos previamente a la trama secundaria de Mary y el Dr. Mierzwiak

Mary es recepcionista en la oficina del Dr. Mierzwiak -inventor del procedimiento-, y mantiene una relación sentimental con Stan, quien se encarga junto a Patrick de intervenir a los pacientes. Durante el tratamiento de Joel, Mary va a visitar a Stan; cuando aquel toma la decisión de salvar algún recuerdo de Clementine y la situación se complica, Stan cree necesario llamar al Dr. Mierzwiak a fin de que este pueda calibrar nuevamente la máquina y solucionar los problemas que aparecen. Durante la participación del Dr. Mierzwiak, Mary empieza a sentir una profunda e imprevista atracción hacia él, la cual concluye cuando ambos se besan y esto es observado por la esposa del médico. Este le acaba confesando a Mary que habría deseado que esto no hubiese vuelto a ocurrir, puesto que ya habían conversado sobre el tema: Mary descubre que ella misma había decidido con anterioridad someterse al tratamiento Lacuna para olvidar al Dr. Mierzwiak.

He podido constatar en otras críticas a la película que esta sub trama es incluso considerada como innecesaria; no obstante ello, creo que es un pieza clave si deseamos comprender la noción de libertad en la que se desenvuelven los personajes. La relación entre el médico y la recepcionista no es deseada finalmente por ninguno de ellos, por lo que recurren a un medio artificial para superarla. Sin embargo, al no tener memoria de este hecho y sus consecuencias, Mary no puede evitar sentir nuevamente atracción y afecto por alguien que no sabe de qué forma le es perjudicial. Pienso que sería algo ingenuo afirmar la presencia de un tema como la predestinación del amor en una historia escrita por Charlie Kaufman, y no creo que sea ese precisamente el tema. No logro reparar en argumentos convicentes para sostener que dos personas se encuentran inevitablemente destinadas a conocerse y estar juntas gracias a un poder superior o voluntad misteriosa. Sin embargo, no encuentro problema alguno en juzgar la efectiva presencia de cierto grado de determinismo en las relaciones si tomamos en cuenta los gustos particulares de dos personas en un momento, así como la cantidad de información que estas manejen: Mary se enamoró en una primera oportunidad del Dr. Mierzwak; posteriormente, al olvidar la relación y sus consecuencias negativas, no existía (o no le era perceptible) ninguna razón para no volver a sentir atracción hacia él. Esto no demuestra que enamorarse de alguien sea algo inevitable (pues no somos objetos regidos exclusivamente por rigurosas leyes físicas, o criaturas sin capacidad de reflexionar), pero sí es posible afirmar que esta restricción a la cantidad de información disponible nos forzará a actuar con una libertad recortada, determinándose así el resultado de muchas de aquellas aparentes elecciones que hubiésemos creído realizar.

Así pues, la situación de Joel y Clementine es la siguiente: vuelven a (re)encontrarse durante un viaje en tren, sin tener conocimiento de su anterior experiencia juntos. Dada la forma de ser de ambos, no es impensable que hayan sentido nuevamente una atracción mutua, y que el buen inicio que tuvieron les haya parecido (como es casi siempre el caso) una señal favorable de compatibilidad. Esto, hasta ese momento, más que un segundo comienzo es realmente uno primero. Posteriormente ambos reciben sendas cintas que fueron grabadas antes del procedimiento Lacuna, en las cuales se registran los motivos por los que desearon borrar a la otra persona de su mente. Dichas cintas son la confirmación de una experiencia decepcionante que luego ambos dudan en repetir. Este es el momento en el que se realiza la auténtica elección de la película. Por una parte, saben que anteriormente la relación fracasó y que no tendría sentido volver a intentar algo cuyo final conocen (esto si asumiésemos lo inevitable del resultado en cualquier acción humana, algo que nos asemejaría más a objetos antes que a seres con voluntad e inteligencia como hemos mencionado). Por otra parte, podrían volver a intentarlo.

Es cierto: en ese momento la mejor opción es volver a intentarlo; no hacerlo es aceptar la inevitabilidad y desacreditarnos como seres capaces de redefinir nuestras propias vidas. No obstante ello, es una decisión menos beneficiosa (aunque sea la más beneficiosa en dicho momento) que haber terminado, continuar con la carga de experiencias negativas y luego tratar de emprender nuevamente la relación. El recomenzar teniendo conciencia de qué acciones fueron las equivocadas nos permitirá eludirlas, mientras que el ignorarlas si bien no garantiza su repetición, tampoco nos proporciona una manera adecuada de no volver a cometer errores (y por ende, nos llevaría a una situación en la que se verían muy probablemente duplicadas las anteriores vivencias desagradables). La libertad no es igual para todas las personas en toda circunstancia, pues ésta dependerá directamente de cuánto sepamos al momento de realizar una elección. En una cuestión tan importante como el inicio de una relación, no creo que alguien optaría por reducir conscientemente el grado de libertad con el que va a actuar. Pienso que una decisión de ese tipo no sólo sería absurda, sino además éticamente debatible. Lo realmente interesante de la historia es aquello que nunca llega a mostrársenos, es decir, si efectivamente logran Joel y Clementine hacer funcionar la relación en esta segunda primera oportunidad.